sábado, 16 de mayo de 2015

Gran Final: Lo que oculta el Segundo Piso.

Caminando tranquilamente tras un cumulo de turistas, subo las escaleras al siguiente piso del Hall. Las horas van pasando con mas rapidez de la que me esperaba, y mi tiempo es limitado: este debe ser el fin de nuestro viaje, aquí y ahora. Soy bienvenido por las cariátides de Antonio Coll y Pi, pintor y escultor español nacido en 1857. Ambas doncellas talladas sostienen sobre sus cabezas el cielo de este templo al arte.



Saliendo de la escalera me enfrento a un hombre de yeso. Su tamaño es imponente, y su rostro decidido a enfrentar lo que se le venga por delante. Es un soldado, pues va vestido como un legionario del antiguo ejercito romano, y sujeta un escudo. Su nombre es (o era) Jorge de Capadocia, mejor conocido como San Jorge.



La obra original perteneció al famoso Donatello (otro grande del Renacimiento italiano), y era de mármol. Esta copia es anónima y de otro material, pero ciertamente conserva un espíritu mágico y heroico. La leyenda coloca a San Jorge como un soldado romano que fue ejecutado tras admitir su cristiandad, luego de que la persecución de los cristianos fuera decretada por el emperador. El culto a su figura surgió poco tiempo después, junto a muchísimas historias acerca de una vida llena de milagros e intercesiones divinas. Al ver esta imagen, e incluso sin saber a quien estoy viendo, no puedo evitar pensar en un héroe de tiempos ya olvidados, pero cuya leyenda sigue viva en algún lugar de este mundo.

Del blanco yeso, pasamos al oscuro bronce. Y de este material puedo rescatar una extensa variedad de esculturas:


"Niña Peinándose" de Albert Bartholomé
 Esta muchacha me recuerda a una rosa recién abierta, a una fruta nueva, al sol que sale todos los días por el Este. Es la flor de la juventud; la pureza y la belleza, la inocencia e inexperiencia, despreocupada y juguetona, desnuda privada del pecado de la vergüenza y del miedo a las miradas. Esta chica representa un pasado que todos tuvimos, una historia que hoy se ve muy lejana. ¿Que no daríamos por recuperar aquella pureza? ¿Aquella inocencia, donde no conocíamos los problemas del mundo? ¿Donde lo único que nos interesaba eran los juegos? ¿Donde hasta lo mas simple nos maravillaba?


"El Mendigo" de Simón González
 Con infinitos detalles tanto en aquella espesa barba, como en esos destartalados ropajes, este mendigo simboliza uno de los problemas que han aquejado al mundo desde sus primitivos orígenes. La desigualdad crea mucha riqueza, pero también permite la pobreza extrema. La mirada suplicante de este mendigo, pidiendo ayuda a cualquiera lo suficientemente amable como para colaborar, es capas de helar el alma del mas desalmado de los misántropos. No importa que ocultes tu vista de la realidad, puesto que el mundo de las artes se encuentra empapado en esta. Y no todo lo que existe, en ambos mundos, representa belleza y alegría.



"El Tambor en Descanso" de José Miguel Blanco
La guerra es otro mal que aqueja nuestro mundo. Los guerreros son entrenados para olvidar la humanidad de sus adversarios, y despedazarlos como si se tratasen de hojas de papel. Este soldado de bronce, cuya misión consta de hacer temblar al enemigo con el ruido de la marcha, se encuentra quieto sobre el suelo. ¿Oculto? ¿Esperando al enemigo? ¿Rendido? ¿O negándose a seguir luchando por causas que no le incumben? "Debemos dejar de luchar las guerras de otros" ese es el mensaje que me viene a la mente.


"Madre Araucana" de Virginio Arias
Una nativa de nuestro país. En estos tiempos donde los pueblos originarios del Sur parecen volver a estar dispuestos a luchar por sus tierras, esta estatua nos muestra un rostro humano. Una postura que se contrapone a la imagen que muchas personas están desarrollando; postura alimentada por el miedo y la ignorancia. Ven al museo, párate frente a esta escultura, y averigua que todos somos personas. ¡Quítate el velo del prejuicio!


Ante la atenta presencia de quien pensé se trataba de un gran emperador del oriente, concluyo mi travesía. El hombre que vemos aquí es ni mas ni nada menos que Lorenzo de Medicis, y consiste en una copia en yeso (anónima) del original hecho por Miguel Ángel en mármol. Pese a las rupturas en el cuerpo, fácilmente apreciables, el poder que ostentaba este personaje es difícil de pasar por alto. Una de las familias italianas mas poderosas de todos los tiempos. Me despido presentándoles al "Señor de Florencia", el mas conocido de todos los Medicis. Y el más poderoso de todos.

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